Se acerca la fecha tope
impuesta por la AFA y por Agremiados para jugar la final de la Copa Argentina
pero al contrario de cualquier pensamiento coherente no se va a jugar ese día y
se va a reprogramar para casi un mes y medio después del límite impuesto. ¿Por
qué? Por el simple hecho que a Boca no le conviene. Más allá de los detalles de la negativa del
club de la Ribera para jugar en la fecha estipulada, lo que preocupa es la
pasividad de los dirigentes de Racing. Por lo que se ve, por lo que se deja ver
al menos, pareciera que están esperando saber que decide Boca para ver que
pasa. Está claro que no se puede salir a imponer una postura a la fuerza y
también que hay que mantener relaciones cordiales con los demás clubes, pero el
miedo pasa por saber el poder que tiene Boca en AFA y en las decisiones que se
toman. La idea instalada es que pareciera que hay que ver que quiere Boca y
como se puede jugar de acuerdo al interés xeneize. Es sabido que en los
escritorios Boca tiene un gran poder, lo demostró con el caso Silva, que una
vez autorizado a jugar la declaración de sus dirigentes fue que el fútbol es
para los vivos. Y en este aspecto, en este caso en particular no siento que
estén respetando a Racing, y no siento que Racing mismo se este respetando. No
veo una postura firme sobre el tema, no veo convicción de decir esto es lo que
quiere Racing. Espero que sea solo eso, que no se vea pero que exista. En los
escritorios comienza a jugarse esta final de copa y una vez más la ventaja la
tuvo Boca. La final el 8 de agosto, justo cuando quería Boca, que casualidad…